El balay y la madera
Por Artesanías de Colombia
Hace más de 20 años, Blas Agustín Blanco decidió que la madera era lo suyo. Después de un encuentro de artesanos, en el que vio cómo un amigo hacía aparecer de un pedazo de ceiba la forma de un avión, quiso aprender el oficio. Aunque su abuelo, su padre y sus tíos se habían dedicado a tejer con guarumo, cumare o chambira balayes –canastos planos cargados de simbología–, Blas Agustín prefirió escuchar su instinto y dejar a un lado la tradición.
Para comprobar que podía tallar la madera, hizo un helicóptero de 20 centímetros de largo por 13 de alto con el que sorprendió a su familia. Desde ese momento, se dedicó a tallar aviones y helicópteros, así como armadillos, loros, gallinas y tortugas de gran tamaño que lo hicieron famoso en el municipio de San Onofre, Sucre.
En 2001, comenzó a explorar otro camino a través de la creación de una línea de cocina con bateas, fruteros, cubiertos y contenedores. Pero el aporte más importante sucedió hace un par de años, cuando comenzó a utilizar bejuco malibú para rodear el borde de las bandejas.
Para Blas Agustín fue una manera de rescatar el oficio de su padre, ya que la técnica se asemeja a la manera en que sus antepasados le ponían al balay el marco, que simboliza el cordón umbilical de cada ser humano. Hoy está convencido de que gracias a la calidad de sus productos, ha logrado unir la cosmogonía del balay con la seducción y la utilidad que tienen los objetos de madera.
Hoy, con más de 40 años de vida, Blas Agustín Blanco trabaja en su taller, Artesanías Blass, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde. Siete artesanos, a quienes les ha enseñado el oficio, le ayudan en el proceso. La madera la consiguen en el municipio y luego deben cortarla, cepillarla, tallarla con gubias, darle forma con un machete y, finalmente, lijarla. Con ceiba, una madera que lo sedujo por su suavidad y resistencia, crea las bandejas, los platos, los contenedores y los cubiertos, y con madera colorado, que es más dura y firme, las soperas y fruteros.
En San Onofre, Sucre, el trabajo con la madera inició hace 20 años, cuando algunos jóvenes del municipio empezaron a utilizar las maderas que abundan en la zona, como la ceiba, la teca y el colorado, para crear animales y aviones de madera. Con el tiempo, cada vez más jóvenes comenzaron a interesarse por el oficio y a especializarse en la talla de utensilios de cocina.
Actualmente hay dos talleres de madera en San Onofre, que comercializan sus productos en las diferentes ferias artesanales del país. Además, decenas de jóvenes han recibido capacitaciones y actualmente trabajan creando diversas piezas de madera por las que el municipio comienza a ser reconocido.
Si tiene interés en comprar artesanías elaboradas por estas manos artesanas, le invitamos a conocer al Taller Artesanías Blass y además, a encontrar sus artesanías en nuestra tienda en línea.
Hace más de 20 años, Blas Agustín Blanco decidió que la madera era lo suyo. Después de un encuentro de artesanos, en el que vio cómo un amigo hacía aparecer de un pedazo de ceiba la forma de un avión, quiso aprender el oficio. Aunque su abuelo, su padre y sus tíos se habían dedicado a tejer con guarumo, cumare o chambira balayes –canastos planos cargados de simbología–, Blas Agustín prefirió escuchar su instinto y dejar a un lado la tradición.