Por Sistema de Información para la Artesanía Siart, Revista Artífices Friday, May 20, 2016
Uno de los más reconocidos artesanos de Mompox ha partido, y hoy queremos hacerle un homenaje por todas esas enseñanzas y aportes que le brindó al sector artesanal de nuestro país.
Como un homenaje de Artesanías de Colombia a Luis Herrera, artesano que dedicó toda su vida a mantener la tradición artesanal de Mompox, elaborando las joyas más representativas del oficio de la filigrana, hoy destacamos su obra a través de la historia “Cuando la filigrana se hace poesía”. Su legado y enseñanzas las recordaremos por siempre.
“A Luis Herrera le gustaba sentarse en la mesa y observar a su padre trabajar. Desde los ocho años veía como fabricaba decenas de figuras en filigrana y le daba vida a pescaditos de oro de dieciocho quilates que luego lucían las señoritas de alcurnia por las calles de Mompox. Los pescaditos de oro, esos que Aureliano Buendía fabricaba con devoción en Cien años de soledad, lo cautivaron desde niño y lo empujaron a continuar la tradición.
A los 16 años conocía el proceso, la técnica y la dedicación que exige la joyería en filigrana. Sabía cómo realizar con finísimos hilos de oro o plata dijes, anillos, prendedores, gargantillas, aretes, collares, pulseras y rosarios. Su padre le entregó el conocimiento de una técnica que tiene raíces coloniales y conserva formas ornamentales heredadas de los españoles, los árabes, los franceses y los ingleses.
Si quería ser joyero necesitaba agilidad en las manos, precisión, paciencia y concentración. Luis lo tenía todo. Muy pronto demostró que podía hacer las 14 piezas de oro que se necesitan para formar un pescadito y, al poco tiempo, empezó a crear joyas geométricas y diferentes tipos de pájaros e insectos hechos con hilos de plata. Su diseño preferido es la mariposa. Asegura que es tan perfecta que solo le falta volar.
En 2010, la poesía se convirtió en otra de sus pasiones. Con timidez dice tener más de 450 poemas de amor que algún día espera publicar. Sin embargo, hoy el maestro confiesa que un cáncer de próstata que le diagnosticaron hace dos años le arrebató la inspiración. Se alejó de la poesía y dejó a un lado la costumbre de trabajar desde las seis de la mañana y desayunar al mediodía.
A los 77 años, se dedica a revisar el proceso, dar indicaciones y arreglar las composiciones que hacen los nueve empleados de su taller, un lugar que hace quince años bautizó con el nombre Joyería Artesanal Santa Cruz. Gracias a la joyería pudo darles educación a sus cuatro hijos y, aunque los dos varones no aprendieron la filigrana, sus dos hijas conocen el oficio y permanecen a cargo del negocio. Luis está tranquilo. Confía en que sus hijas mantengan vivo su legado”.
Fuente: Revista Artífices. Historia #02 “Cuando la filigrana se hace poesía”. Artesanías de Colombia. Año 2015.